Brasil rompe un tabú
Juan Arias
El Día de la Independencia de este 2013 ha marcado un hito en Brasil, al haberse quebrado todo un tabú y haber acabado con el miedo a protestar por parte de la gente. Ese tabú empezó a resquebrajarse en junio pasado con las primeras grandes manifestaciones populares que desconcertaron al mundo político por lo inesperado. Hoy ha acabado de hacerse añicos, a pesar de que las manifestaciones no fueron tan multitudinarias por miedo a las dos violencias: la policial y la de los grupos extremistas. […]
Este sábado, fiesta de la Independencia de Brasil, un día en el que la gente, sobre todo la más sencilla, salía a aplaudir a las fuerzas militares, el tabú acabó de quebrarse. Fue otro tipo de protesta. Por primera vez, los desfiles tradicionales aparecieron sin brillo. Fueron desmitificados. Algunos fueron cancelados por miedo a las manifestaciones anunciadas en todo el país. Los que se llevaron a cabo fueron más cortos. Muchos políticos no aparecieron en las tribunas, incluso en ciudades clave como Río, donde los manifestantes consiguieron romper el cordón policial e invadir el desfile militar, desacralizándolo por primera vez.
El tabú se ha roto. Los brasileños han perdido el miedo a manifestar no sólo sus insatisfacciones sino también sus deseos de mejorar. Es un incendio que ya no se apaga. Quizás en adelante salga cada vez menos gente a la calle porque el cerco policial será cada vez más estrecho y duro, pero los brasileños han perdido el miedo.
No había gritos en la manifestación de este sábado contra el Estado, ni siquiera contra la Presidenta Dilma Rousseff. No se pedía un cambio institucional. Los manifestantes solo quieren políticos menos corruptos, con menos impunidad, más cercanos a la gente, con menos privilegios. Quieren gobernantes que sirvan al Estado antes que a su propio partido. Quieren políticos que no justifiquen la corrupción alegando que los "fines justifican los medios". Quieren mejor calidad de vida. Que Brasil sea el país que fuera y se piensa que ya es. Y lo quieren como se les ha prometido que puede ser. Quieren un país que acabe con las sombras que aún lo nublan de desigualdades sociales, con la vieja política patrimonialista. Quieren un país moderno, con servicios públicos modernos, porque hasta la presidenta ha confesado que “infelizmente son aún servicios de baja calidad”.
Ese fin del miedo a protestar ha empezado a dar sus frutos. Incluso Rousseff se ha sumado. Ella misma se ha subido a esa ola y se fue a protestar ante el presidente Obama por haber sido objeto de espionaje por parte de la NSA. Y le exigió explicaciones. A los ciudadanos les ofreció un plebiscito para opinar sobre la reforma política. Dedicó miles de millones a mejorar los transportes públicos y creó el programa Más Médicos para llevar profesionales extranjeros a los lugares donde no llegan los brasileños. Algunos podrán ver todo eso como una forma de proteger su popularidad dañada o un gesto electoralista. Pero lo cierto es que se ha movido. Y hasta ha apoyado las manifestaciones.
El Congreso retiró enseguida el proyecto de ley que impedía a los fiscales investigar y dejaba esa facultad sólo a la policía, lo que significaba la impunidad para los crímenes de corrupción de políticos y de cuello blanco. También acabó con el voto secreto y prepara una reforma política que estaba parada desde hace 20 años. Además, los 25 condenados del escándalo del mensalão están a punto de entrar en la cárcel.
Todo se ha empezado a mover como un terremoto. Y lo más importante es que, quebrado el tabú, a partir de ahora los políticos no podrán ya dormir sueños tranquilos. El grito de la gente exigiendo un Brasil mejor les despertaría de nuevo.
A pesar de algunas acciones violentas y provocaciones de grupos de exaltados, ese despertar para exigir mejoras sigue siendo aprobado por el 88% de la población. De todo ello, sólo puede surgir un Brasil mejor.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/09/08/actualidad/1378598290_585435.html Accedido en 9 sep. 2013.
En el texto se afirma que en Brasil se ha quebrado todo un tabú y ello ha ocurrido porque