Lee los fragmentos a seguir y haz lo que se pide:
[...] la comunicación familiar de la cena no existía, estaban todos pegados a la pantalla de la tele…
Pero la sociedad evolucionó, la tecnología avanzó, y la cosa cambió…
Los verbos en negrita de los enunciados están todos en pasado.
Señala la proposición que indica los tiempos verbales utilizados en los dos fragmentos.
Texto
Educación: el futuro es ya
Lo que llamamos “normalidad” se modificó de tajo. Hubo que implementar otros métodos para garantizar la continuidad de la formación, con fallas y limitaciones que se han ido corrigiendo, pero también con importantes logros y aciertos.
Actualidad - 25 abr. 2021 - 11:30 a.m. Por: José Consuegra Bolívar
A su ritmo, todos los países normalmente trabajan para adaptar sus procesos educativos acordes a sus recursos, a sus necesidades y a las tendencias mundiales, diagnosticando sus falencias, ampliando coberturas, ajustando su normatividad y promoviendo sus sistemas de calidad en todos los niveles de formación. Sin embargo, el confinamiento a raíz del COVID-19 en el mundo los obligó a la actualización de sus políticas públicas y sus planes de desarrollo. Igualmente, forzó a un intempestivo cambio en sus instituciones educativas en los procesos académicos, en la relación dialógica estudiante-profesor y en las formas de aprendizaje de los alumnos, conforme con la nueva realidad.
Entre los grandes cambios sufridos por la educación en su historia -de la mano de la transformación de la sociedad-, la reconversión obligada por efectos de la pandemia se constituyó en uno de los más retadores y trascendentales.
Lo que llamamos “normalidad” se modificó de tajo. Hubo que implementar otros métodos para garantizar la continuidad de la formación, con fallas y limitaciones que se han ido corrigiendo, pero también con importantes logros y aciertos.
En términos generales, las instituciones han encontrado e implementado nuevas vías para la interacción de la comunidad educativa a través de la virtualidad, con una amplia gama de oportunidades de formación, con métodos innovadores para el aprendizaje, fortaleciendo las competencias y habilidades de los profesores y brindándoles a los estudiantes posibilidades para la adaptación a los entornos digitales y a la telepresencia.
Pero la transformación va más allá de los mecanismos empleados para educar llevándonos a la perentoriedad de la resignificación completa de la formación y el aprendizaje, y a la reflexión sobre cómo pueden estos coadyuvar en la atención de los requerimientos de la sociedad en problemáticas estructurales como la inequidad, la desigualdad, la corrupción y la injusticia, entre otras, muy visibilizadas y agravadas durante la pandemia.
Al respecto, en un análisis del Tecnológico de Monterrey sobre el diálogo abierto por la Unesco, “Los futuros de la educación”, cuyo horizonte es 2050, se explica que sus estudiantes reflexionaron sobre la tecnología como “esperanzadora ante la salud y la educación”, pero que, sin embargo, “reflejaron una clara conciencia de que su mal manejo seguirá abriendo las brechas para favorecer a los sectores privilegiados fomentando la marginación, la desigualdad, la desinformación y la pereza mental”.
En una reunión reciente de los países del E-9, la subsecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed, planteó que “al mirar hacia el futuro, está claro que no hay vuelta atrás a la educación que teníamos antes de la emergencia (…) Si queremos hacer realidad la ambición del ODS 4, entonces debemos continuar con los esfuerzos de recuperación de la pandemia que transformen la educación”. Además, la alta funcionaria resaltó la profunda desigualdad que ya existía en la educación antes de la pandemia.
La futurista educación mediada por las TIC dejó de ser lejana para convertirse en una realidad inmediata que nos sorprendió por su implementación abrupta, que nos obligó a reinventarnos y amoldarnos a los nuevos escenarios. Pensar que la “normalidad” es la que vivimos ahora nos permitirá, cuando sea superada esta emergencia, articular las herramientas tradicionales con las adquiridas durante la crisis para robustecer la formación educativa y conectarla con los turbulentos y cambiantes contextos sociales en que vivimos. El futuro es ya.
Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/actualidad/educacion-el-futuro-es-ya/ Acceso en mayo 2021.
Con base en las estructuras lingüísticas del fragmento “(I)Sin embargo, el confinamiento a raíz del COVID-19 en el mundo los obligó a la actualización de sus políticas públicas y sus planes de desarrollo. Igualmente, (II)forzó a un (III)intempestivo cambio en sus instituciones educativas en los procesos (IV)académicos, en la relación dialógica estudiante-profesor y en las formas de (V)aprendizaje de los alumnos, conforme con la nueva realidad.”, analiza las informaciones que siguen abajo
I. El conector textual “sin embargo” en ese contexto puede ser sustituido por “es decir” sin cambio de significado en el enunciado.
II. El verbo forzar en ese trecho está conjugado en la 3ª persona del singular del Pretérito Imperfecto: “forzó”.
III. El término “intempestivo” puede ser traducido al portugués en ese contexto por “repentino” sin cambio de significado en el enunciado.
IV. Según las reglas de acentuación, “académico” es una palabra aguda que se acentúa pues termina en vocal.
V. El término “aprendizaje” es clasificado como un sustantivo masculino.
Enseguida, marca la secuencia correcta.
Texto
Educación: el futuro es ya
Lo que llamamos “normalidad” se modificó de tajo. Hubo que implementar otros métodos para garantizar la continuidad de la formación, con fallas y limitaciones que se han ido corrigiendo, pero también con importantes logros y aciertos.
Actualidad - 25 abr. 2021 - 11:30 a.m. Por: José Consuegra Bolívar
A su ritmo, todos los países normalmente trabajan para adaptar sus procesos educativos acordes a sus recursos, a sus necesidades y a las tendencias mundiales, diagnosticando sus falencias, ampliando coberturas, ajustando su normatividad y promoviendo sus sistemas de calidad en todos los niveles de formación. Sin embargo, el confinamiento a raíz del COVID-19 en el mundo los obligó a la actualización de sus políticas públicas y sus planes de desarrollo. Igualmente, forzó a un intempestivo cambio en sus instituciones educativas en los procesos académicos, en la relación dialógica estudiante-profesor y en las formas de aprendizaje de los alumnos, conforme con la nueva realidad.
Entre los grandes cambios sufridos por la educación en su historia -de la mano de la transformación de la sociedad-, la reconversión obligada por efectos de la pandemia se constituyó en uno de los más retadores y trascendentales.
Lo que llamamos “normalidad” se modificó de tajo. Hubo que implementar otros métodos para garantizar la continuidad de la formación, con fallas y limitaciones que se han ido corrigiendo, pero también con importantes logros y aciertos.
En términos generales, las instituciones han encontrado e implementado nuevas vías para la interacción de la comunidad educativa a través de la virtualidad, con una amplia gama de oportunidades de formación, con métodos innovadores para el aprendizaje, fortaleciendo las competencias y habilidades de los profesores y brindándoles a los estudiantes posibilidades para la adaptación a los entornos digitales y a la telepresencia.
Pero la transformación va más allá de los mecanismos empleados para educar llevándonos a la perentoriedad de la resignificación completa de la formación y el aprendizaje, y a la reflexión sobre cómo pueden estos coadyuvar en la atención de los requerimientos de la sociedad en problemáticas estructurales como la inequidad, la desigualdad, la corrupción y la injusticia, entre otras, muy visibilizadas y agravadas durante la pandemia.
Al respecto, en un análisis del Tecnológico de Monterrey sobre el diálogo abierto por la Unesco, “Los futuros de la educación”, cuyo horizonte es 2050, se explica que sus estudiantes reflexionaron sobre la tecnología como “esperanzadora ante la salud y la educación”, pero que, sin embargo, “reflejaron una clara conciencia de que su mal manejo seguirá abriendo las brechas para favorecer a los sectores privilegiados fomentando la marginación, la desigualdad, la desinformación y la pereza mental”.
En una reunión reciente de los países del E-9, la subsecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed, planteó que “al mirar hacia el futuro, está claro que no hay vuelta atrás a la educación que teníamos antes de la emergencia (…) Si queremos hacer realidad la ambición del ODS 4, entonces debemos continuar con los esfuerzos de recuperación de la pandemia que transformen la educación”. Además, la alta funcionaria resaltó la profunda desigualdad que ya existía en la educación antes de la pandemia.
La futurista educación mediada por las TIC dejó de ser lejana para convertirse en una realidad inmediata que nos sorprendió por su implementación abrupta, que nos obligó a reinventarnos y amoldarnos a los nuevos escenarios. Pensar que la “normalidad” es la que vivimos ahora nos permitirá, cuando sea superada esta emergencia, articular las herramientas tradicionales con las adquiridas durante la crisis para robustecer la formación educativa y conectarla con los turbulentos y cambiantes contextos sociales en que vivimos. El futuro es ya.
Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/actualidad/educacion-el-futuro-es-ya/ Acceso en mayo 2021.
Con base en las informaciones contempladas en el Texto, señala la proposición correcta.
Texto
Educación: el futuro es ya
Lo que llamamos “normalidad” se modificó de tajo. Hubo que implementar otros métodos para garantizar la continuidad de la formación, con fallas y limitaciones que se han ido corrigiendo, pero también con importantes logros y aciertos.
Actualidad - 25 abr. 2021 - 11:30 a.m. Por: José Consuegra Bolívar
A su ritmo, todos los países normalmente trabajan para adaptar sus procesos educativos acordes a sus recursos, a sus necesidades y a las tendencias mundiales, diagnosticando sus falencias, ampliando coberturas, ajustando su normatividad y promoviendo sus sistemas de calidad en todos los niveles de formación. Sin embargo, el confinamiento a raíz del COVID-19 en el mundo los obligó a la actualización de sus políticas públicas y sus planes de desarrollo. Igualmente, forzó a un intempestivo cambio en sus instituciones educativas en los procesos académicos, en la relación dialógica estudiante-profesor y en las formas de aprendizaje de los alumnos, conforme con la nueva realidad.
Entre los grandes cambios sufridos por la educación en su historia -de la mano de la transformación de la sociedad-, la reconversión obligada por efectos de la pandemia se constituyó en uno de los más retadores y trascendentales.
Lo que llamamos “normalidad” se modificó de tajo. Hubo que implementar otros métodos para garantizar la continuidad de la formación, con fallas y limitaciones que se han ido corrigiendo, pero también con importantes logros y aciertos.
En términos generales, las instituciones han encontrado e implementado nuevas vías para la interacción de la comunidad educativa a través de la virtualidad, con una amplia gama de oportunidades de formación, con métodos innovadores para el aprendizaje, fortaleciendo las competencias y habilidades de los profesores y brindándoles a los estudiantes posibilidades para la adaptación a los entornos digitales y a la telepresencia.
Pero la transformación va más allá de los mecanismos empleados para educar llevándonos a la perentoriedad de la resignificación completa de la formación y el aprendizaje, y a la reflexión sobre cómo pueden estos coadyuvar en la atención de los requerimientos de la sociedad en problemáticas estructurales como la inequidad, la desigualdad, la corrupción y la injusticia, entre otras, muy visibilizadas y agravadas durante la pandemia.
Al respecto, en un análisis del Tecnológico de Monterrey sobre el diálogo abierto por la Unesco, “Los futuros de la educación”, cuyo horizonte es 2050, se explica que sus estudiantes reflexionaron sobre la tecnología como “esperanzadora ante la salud y la educación”, pero que, sin embargo, “reflejaron una clara conciencia de que su mal manejo seguirá abriendo las brechas para favorecer a los sectores privilegiados fomentando la marginación, la desigualdad, la desinformación y la pereza mental”.
En una reunión reciente de los países del E-9, la subsecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed, planteó que “al mirar hacia el futuro, está claro que no hay vuelta atrás a la educación que teníamos antes de la emergencia (…) Si queremos hacer realidad la ambición del ODS 4, entonces debemos continuar con los esfuerzos de recuperación de la pandemia que transformen la educación”. Además, la alta funcionaria resaltó la profunda desigualdad que ya existía en la educación antes de la pandemia.
La futurista educación mediada por las TIC dejó de ser lejana para convertirse en una realidad inmediata que nos sorprendió por su implementación abrupta, que nos obligó a reinventarnos y amoldarnos a los nuevos escenarios. Pensar que la “normalidad” es la que vivimos ahora nos permitirá, cuando sea superada esta emergencia, articular las herramientas tradicionales con las adquiridas durante la crisis para robustecer la formación educativa y conectarla con los turbulentos y cambiantes contextos sociales en que vivimos. El futuro es ya.
Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/actualidad/educacion-el-futuro-es-ya/ Acceso en mayo 2021.
Considera las estructuras lingüísticas a partir de su uso en el Texto y señala con (V) las proposiciones verdaderas y con (F) las falsas. Enseguida, marca la secuencia correcta.
( ) Según la norma culta del español general, para usar adecuadamente los pronombres átonos de 3a persona lo(s), la(s), le(s), debe tenerse en cuenta, en primer lugar, la función sintáctica que desempeña el pronombre y, en segundo lugar, el género y el número gramatical de la palabra a la que se refiere.
( ) El pronombre complemento directo los utilizado en el trecho del primer párrafo “Sin embargo, el confinamiento a raíz del COVID-19 en el mundo los obligó a la actualización de sus políticas públicas [...]” sirve para retomar en la sentencia a todos los países que normalmente trabajan para adaptar sus procesos educativos.
( ) El pronombre complemento indirecto les utilizado en el trecho del cuarto párrafo “[...] fortaleciendo las competencias y habilidades de los profesores y brindándoles a los estudiantes posibilidades para la adaptación [...]” se refiere a los profesores y sus competencias y habilidades.
( ) La estructura lingüística destacada en el trecho del último párrafo “La futurista educación mediada por las TIC dejó de ser lejana para convertirse en una realidad inmediata que nos sorprendió por su implementación abrupta [...]” es clasificada en esa sentencia como un pronombre complemento indirecto de 3a persona del plural.
Texto
Educación: el futuro es ya
Lo que llamamos “normalidad” se modificó de tajo. Hubo que implementar otros métodos para garantizar la continuidad de la formación, con fallas y limitaciones que se han ido corrigiendo, pero también con importantes logros y aciertos.
Actualidad - 25 abr. 2021 - 11:30 a.m. Por: José Consuegra Bolívar
A su ritmo, todos los países normalmente trabajan para adaptar sus procesos educativos acordes a sus recursos, a sus necesidades y a las tendencias mundiales, diagnosticando sus falencias, ampliando coberturas, ajustando su normatividad y promoviendo sus sistemas de calidad en todos los niveles de formación. Sin embargo, el confinamiento a raíz del COVID-19 en el mundo los obligó a la actualización de sus políticas públicas y sus planes de desarrollo. Igualmente, forzó a un intempestivo cambio en sus instituciones educativas en los procesos académicos, en la relación dialógica estudiante-profesor y en las formas de aprendizaje de los alumnos, conforme con la nueva realidad.
Entre los grandes cambios sufridos por la educación en su historia -de la mano de la transformación de la sociedad-, la reconversión obligada por efectos de la pandemia se constituyó en uno de los más retadores y trascendentales.
Lo que llamamos “normalidad” se modificó de tajo. Hubo que implementar otros métodos para garantizar la continuidad de la formación, con fallas y limitaciones que se han ido corrigiendo, pero también con importantes logros y aciertos.
En términos generales, las instituciones han encontrado e implementado nuevas vías para la interacción de la comunidad educativa a través de la virtualidad, con una amplia gama de oportunidades de formación, con métodos innovadores para el aprendizaje, fortaleciendo las competencias y habilidades de los profesores y brindándoles a los estudiantes posibilidades para la adaptación a los entornos digitales y a la telepresencia.
Pero la transformación va más allá de los mecanismos empleados para educar llevándonos a la perentoriedad de la resignificación completa de la formación y el aprendizaje, y a la reflexión sobre cómo pueden estos coadyuvar en la atención de los requerimientos de la sociedad en problemáticas estructurales como la inequidad, la desigualdad, la corrupción y la injusticia, entre otras, muy visibilizadas y agravadas durante la pandemia.
Al respecto, en un análisis del Tecnológico de Monterrey sobre el diálogo abierto por la Unesco, “Los futuros de la educación”, cuyo horizonte es 2050, se explica que sus estudiantes reflexionaron sobre la tecnología como “esperanzadora ante la salud y la educación”, pero que, sin embargo, “reflejaron una clara conciencia de que su mal manejo seguirá abriendo las brechas para favorecer a los sectores privilegiados fomentando la marginación, la desigualdad, la desinformación y la pereza mental”.
En una reunión reciente de los países del E-9, la subsecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed, planteó que “al mirar hacia el futuro, está claro que no hay vuelta atrás a la educación que teníamos antes de la emergencia (…) Si queremos hacer realidad la ambición del ODS 4, entonces debemos continuar con los esfuerzos de recuperación de la pandemia que transformen la educación”. Además, la alta funcionaria resaltó la profunda desigualdad que ya existía en la educación antes de la pandemia.
La futurista educación mediada por las TIC dejó de ser lejana para convertirse en una realidad inmediata que nos sorprendió por su implementación abrupta, que nos obligó a reinventarnos y amoldarnos a los nuevos escenarios. Pensar que la “normalidad” es la que vivimos ahora nos permitirá, cuando sea superada esta emergencia, articular las herramientas tradicionales con las adquiridas durante la crisis para robustecer la formación educativa y conectarla con los turbulentos y cambiantes contextos sociales en que vivimos. El futuro es ya.
Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/actualidad/educacion-el-futuro-es-ya/ Acceso en mayo 2021.
Lee los fragmentos abajo y señala la proposición cuyos vocablos sustituyen las palabras grifadas, en el segundo, tercer y quinto párrafos, respectivamente, sin pérdida de significado dentro del contexto del Texto.
1 - […] se constituyó en uno de los más retadores y trascendentales.
2 - Lo que llamamos “normalidad” se modificó de tajo.
3 - […] llevándonos a la perentoriedad de la resignificación completa de la formación y el aprendizaje.
Texto
Sobre el Texto es correcto afirmar que: