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La larga historia de las noticias falsas
La utilización política de las mentiras empezó mucho antes de las redes sociales, la construcción de otras realidades ha sido una constante desde la antigua Grecia
Guillermo Altares
Madrid 8 JUN 2018 - 12:01 BRT
1. La primera víctima de la guerra es la verdad, sostiene un viejo dicho periodístico. Aunque lo cierto es que
bien podría decirse que la verdad es víctima recurrente en cualquier sociedad organizada, porque la mentira
política es un arte tan viejo como la civilización. La verdad es un concepto escurridizo en metafísica y
cambiante en ciencia —un nuevo descubrimiento puede anular lo que se daba por cierto—, pero en el día a
día el asunto es muy diferente: hay cosas que han ocurrido y otras que no; pero los hechos, reales o
inventados, influyen en nuestra percepción y opinión.
2. Desde la Antigüedad, verdad y mentira se han mezclado muchísimas veces y esas realidades falsas han
influido en el presente. Ya lo escribió el gran historiador francés Paul Veyne en su ensayo ¿Creían los
griegos en sus mitos? (Granica): "Los hombres no encuentran la verdad, la construyen, como construyen su
historia".
3. Llegados a este punto conviene hacer una distinción entre noticias falsas y propaganda: ambas crecen y se
multiplican en el mismo ecosistema, pero no son exactamente iguales. La propaganda busca convencer, ser
eficaz, y para eso puede recurrir a todo tipo de instrumentos, desde el arte hasta el cine, los pasquines o las
redes sociales. Las noticias falsas, una de las ramas de la propaganda, son diferentes: buscan engañar, crear
otra realidad. La preocupación por la forma en la que estos engaños cuajan y por los mecanismos a través de
los que se crean y se multiplican no es nueva: Reflexiones de un historiador sobre las falsas noticias de la
guerra (Réflexions d'un historien sur les fausses nouvelles de la guerre, Allia, 2012) es el título de un
pequeño e influyente ensayo que publicó originalmente Marc Bloch... en 1921.
4. Este historiador, asesinado por los nazis en 1944, fue uno de los más influyentes del siglo XX. Impulsó la
Escuela de los Anales, que cambió el foco de la investigación del pasado hacia la vida cotidiana, y regresó
de las trincheras de la Primera Guerra Mundial alucinado por la importancia que las noticias falsas habían
tenido. Eso le llevó a reflexionar sobre su origen y difusión en un texto que podría haber sido escrito en la
era del Brexit, Vladímir Putin y Donald Trump, en estos tiempos de las redes sociales y los mensajes virales.
"Las noticias falsas han levantado a las masas. Las noticias falsas, en todas sus formas, han llenado la vida
de la humanidad. ¿Cómo nacen? ¿De qué elementos extraen su sustancia? ¿Cómo se propagan y crecen?",
escribe, para señalar un poco más adelante: "Un error solo se propaga y se amplifica, solo cobra vida con una
condición: encontrar en la sociedad en la que se expande un caldo de cultivo favorable. En él, de forma
inconsciente, los hombres expresan sus prejuicios, sus odios, sus temores, todas sus emociones". En otras
palabras, las noticias falsas necesitan gente que quiera creerlas.
Cambiar la historia
5. El siglo XX y lo que llevamos del XXI ha sido la era de las mentiras masivas. Tres de los grandes conflictos
en los que se metió Estados Unidos en ese período empezaron con invenciones: la guerra de Cuba (1898),
con la manipulación de los periódicos; la guerra de Vietnam (1955-1975), con el incidente del golfo de
Tonkin, y la invasión de Irak en 2003, con las inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam Husein.
"La guerra contra España fue obra de Hearst y de Pulitzer", escribió el reportero Manuel Leguineche en su
ensayo sobre el nacimiento del periodismo sensacionalista, Yo pondré la guerra (El País Aguilar). "Fue su
gran oportunidad de cambiar la historia, de crear una psicosis de guerra, de fabricarla, por medio de
sensacionalismo, tirada, circulación millonaria, venta masiva, patada en el estómago del lector".
6. A la vez que surgieron los diarios de circulación masiva, nació un cierto escepticismo hacia ellos. Era como
si algunos se empeñasen en demostrar que la verdad estaba en otro lado. Esa desconfianza se prolonga hasta
nuestros días con aquellos que creen erróneamente que la prensa cuenta mentiras y las redes sociales
verdades. Con el telégrafo llegó la posibilidad de enviar rápidamente historias a larga distancia, con la
linotipia se pudieron imprimir masivamente y con los nuevos medios de transporte se distribuyeron en
numerosos lugares. Pero en ese mismo momento, a finales del siglo XIX, surgió la desconfianza hacia lo que
contaban, la misma que nutre ahora a los que buscan esa otra verdad en Facebook, que para algunos es la
única ventana al mundo. Es muy significativa en ese sentido una escena de Estudio en escarlata, la primera
novela de Sherlock Holmes, publicada en 1887, en la que el detective y Watson repasan los diferentes diarios
—The Daily Telegraph, Daily News, Standard— y todos cuentan una versión falsa del crimen que están
investigando, impulsada por motivos políticos: unos culpan a los europeos, otros a los extranjeros o los
liberales. Ninguno maneja una pista fiable.
7. Una de las grandes tragedias del siglo XX, las matanzas masivas promovidas por los grandes totalitarismos,
logró esconderse detrás de noticias falsas. Las dictaduras nazi y soviética no solo fabricaron falsedades
tremendas, sino que fueron capaces de construir otra realidad en la que lo verdadero y lo falso eran elementos
accesorios. Como señaló el escritor francés Emmanuel Carrère, "en la URSS no se abolió la propiedad
privada, se abolió la realidad". Ahora puede resultar casi increíble que mientras Stalin asesinaba y deportaba
a millones de personas, la bondad del socialismo se mantenía como un dogma en grandes sectores de
Occidente. Demasiada gente pensó, de buena o mala fe, que la realidad era, en ese caso, una noticia falseada.
El historiador Tony Judt lo explicaba así en Pensar el siglo XX (Taurus): "Los que entendieron correctamente
el siglo tuvieron que ser capaces de imaginar un mundo para el que no existían precedentes. Tuvieron que
suponer que esa situación insólita y a todas luces absurda estaba sucediendo en realidad, en lugar de dar por
hecho, como todos los demás, que era grotescamente inimaginable". (…).
Disponible en: https://elpais.com/cultura/2018/06/08/actualidad/1528467298_389944.html. Accedido el 19 ago 2018. Adaptado.
En el quinto párrafo, hay la siguiente cita: "Fue su gran oportunidad de cambiar la historia, de crear una psicosis de guerra, de fabricarla, por medio de sensacionalismo, tirada, circulación millonaria, venta masiva, patada en el estómago del lector".
En este contexto, ¿cuál sería la traducción adecuada del verbo cambiar a la lengua portuguesa?