TEXTO
Los adeptos a los campings son
personas que a veces no logran ser
compreendidas por los amigos: les encanta
dormir en el suelo, hacer cola para bañarse
[05] con agua casi fría, matar constantemente
arañas y alacranes, clavarse espinas y
llenar los ojos de humo mientras
ennergrecen una caldera de lata para
calentar el agua para el mate a las seis de
[10] la mañana. Son felices haciendo zanjas
bajo la lluvia y secando al otro día los
sobres de dormir empapados, y se
estremecen de placer cuando comen
poroto, arroz y un poco de sardinas con
[15] arena.
los motivos por este estraño gusto por
las incomodidades deben buscarse
sobretodo en la relación con el espacio que
establecen las personas mientras están de
[20] vacaciones. El camping es una ficción: la
de no tener casa, de estar de vuelta en
íntimo contacto con la naturaleza. En un
campamiento ni siquiera hay camas; la
comida se prepara al aire libre, la vajilla se
[25] lava afuera, se come bajo un árbol y se
descansa en una hamaca paraguaya. No
hay ventanas que abrir, ni puertas que
cerrar, ni pisos que barrer.
No existe la más mínima preocupación
[30] por dejar senderos en línea recta entre las
carpas, o por establecer conformaciones
regulares entre ellas. El desorden aparente
garantiza la individualización de los
asentamientos, lo que determina por generar
[35] un contraste con la vida cotidiana.
(Texto: PUC/RS - 96.1)
La palabra "mientras" (línea 07) presenta la idea de